Director del National Center for Teaching Thinking, Robert Swartz es considerado una de las personas más influyentes en el ámbito educativo y un pionero en la inclusión del pensamiento crítico y creativo en los contenidos curriculares.
Swartz, referencia mundial en el estudio del aprendizaje, propone un cambio radical en los planteamientos de la educación desde los niveles de infantil, defendiendo el papel del profesor como guía que ayuda a los alumnos a desarrollar y adquirir hábitos de pensamiento que les sean útiles en su vida diaria.
Según su opinión, “en Infantil aún se aprende con ganas, pero llega un momento en que se pierde lo que es esencial, la motivación” ya que pasados a Primaria, se enseña a los alumnos a pasar exámenes, a memorizar, en lugar de a pensar.
El profesor propone el término inglés infusion para nombrar la integración de la enseñanza de habilidades de pensamiento en la enseñanza de los contenidos. Tal integración está íntimamente ligada a la programación por competencias. Para él, aprender a “pensar bien” es fundamental para vivir en el mundo multicultural y tecnológicamente avanzado en el que habitamos, de hecho, considera que los “buenos pensadores” tienen más posibilidades de hacerse cargo de sus vidas y alcanzar sus objetivos y su autorrealización.
Los estudiantes, deben estar preparados para reunir, evaluar y usar información para resolver problemas y tomar decisiones de forma efectiva en sus trabajos, profesiones y vidas cotidianas. Para ello, este tipo de enseñanza debe desarrollarse desde las etapas más tempranas ( adaptada al contenido, vocabulario y conocimientos de los alumnos) para que lleguen a Secundaria habiendo adquirido ya la base de estas habilidades.
Robert Swartz afirma que las habilidades de pensamiento que se deberían desarrollar, pertenecen a tres categorías principales:
- las habilidades para generar ideas (pensamiento creativo),
- las habilidades para clarificar ideas (análisis), y
- las habilidades para valorar la sensatez de las ideas (pensamiento crítico), que permiten hacer juicios adecuados.
Generalmente, estas tres habilidades aparecen naturalmente entremezcladas en nuestra vida diaria, pero se pueden enseñar tanto de manera aislada como de manera común dependiendo de qué deseemos trabajar.